- 10 de agosto de 2018
La revolución verde de los años 50 fue uno de los grandes fracasos de la humanidad. Así lo cree Stephen Emmott, el científico de mayor impacto de la nueva era señalaba la utilización masiva de fertilizantes y herbicidas como uno de los grandes males
Chau Doctor buen viaje Dios seguro le tiene preparado otra gran misión en la vuelta usted fue un grande, y el Creador del Universo ya tomo nota
Este doctor en patología vegetal era un genetista convencido. "No habrá paz en el mundo con los estómagos vacíos" fue su lección de vida antes de morir a los 95 años de edad a causa de un cáncer.
En su afán por alcanzar esa paz no dudó en llevar a la biotecnología hasta los límites de lo ético motivado por resolver el problema de la escasez de alimentos en los países pobres. Gracias al uso de las semillas híbridas en 10 años acabó con el problema de las cosechas de trigo devastadas por los mohos en México y en 5 años multiplicó por diez las cosechas de trigo en la India y Pakistán, países afectados por la hambruna.
En definitiva, logró conrear con éxito el mismo trigo en partes tan distintas del mundo como México e India. Un trigo nacido de la ciencia y no de la agricultura local. Sus logros en la segunda mitad del siglo XX como enviado de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) fueron honrados con el Premio Nobel en 1970. Y como no existía un Nobel específico para la agricultura se decidió que el Nobel de la Paz era el que mejor se ajustaba tal y como pasó en 1949 con Lord Boyd Orr.
"Más que ninguna otra persona de esta era, ha ayudado a proporcionar pan a un mundo hambriento", dijo el comité. "Hay que dar a la agricultura y la ganadería prioridad de inversión sobre todos los demás sectores. Si hay cooperación mundial, la humanidad no pasará hambre", dijo él.
Entonces, ¿por qué nadie recuerda la muerte del hombre que salvó a mil millones de vidas?Es curioso, pero cuando le recordaban que era conocido como "el padre de la Revolución Verde" , el científico se mostraba reacio a aceptar el título: "Es un término miserable", decía años antes de su muerte. Era como si supiera que con los años cada vez habría más dudas sobre el peaje de alimentar al mundo. Una idea adoptada por el monstruo de la agricultura transgénica, Monsanto.
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